El Poder de la Palabra
- Pastor Raul Cordova
- Apr 24, 2015
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Sabemos que la palabra de Dios es poderosa, que penetra y divide entre las tinieblas y la luz, también es poderosa en nuestra vida.
1 Corintios 1:18 RV 1960 18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
Para aquellos que no han sido salvos, la palabra de Dios es una locura, pero para nosotros, es una espada de doble filo. Además es viva y eficaz y nos habla en todo tiempo. La palabra de Dios no regresa vacía, sino que cumple el propósito para el cual fue enviada, sin embargo, hoy queremos hacer ver que aunque todos escuchamos la misma palabra, no en todos produce el mismo efecto. En la parábola del sembrador el Señor les enseña a sus discípulos sobre la palabra de Dios comparándola con la semilla, y explica por qué aunque todos reciben lo mismo, dan diferente fruto o no lo pueden dar.
Parábola del sembrador
Mateo 13:3-9 LBLA Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4 y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. 5 Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en tierra buena y dio* fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. 9 El que tiene oídos, que oiga.
Explicación de la parábola del sembrador
Mateo 13:18-19 LBLA Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 19 A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino.
La primera explicación fue sobre la semilla que cayó junto al camino, que son aquellos que no entienden la palabra.
Mateo 13:20-21 LBLA Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae .
La segunda explicación fue sobre aquellos que oyen la palabra pero no tienen fundamentos correctos para que produzca un buen fruto, es decir, que no han querido aprender una buena doctrina, que no han querido convertirse en discípulos y la palabra no puede echar raíces en ellos.
Mateo 13:22 LBLA Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, más las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.
La tercera explicación fue sobre aquellos que escuchan, pero están preocupados y afanados, y por eso, la palabra no tiene efecto en ellos, pues no dan fruto.
Vemos en estos casos, que la palabra es bendición de Dios y tiene un propósito, pero no tiene el efecto que Dios quiere porque no se entiende, porque no hay fundamento o porque el alma de aquellos que la escuchan está afanada.
Mateo 13:23 LBLA Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta.
Este grupo es el único que dio frutos, porque entendieron la palabra y al ponerla por obra pudieron dar fruto. Sin embargo, no todos dieron la misma cantidad de fruto, eso no quiere decir, que es malo dar frutos al 30 o 60 por ciento, sin embargo, lo óptimo es que la palabra dé fruto en nosotros al ciento por uno.
Existe entonces un requisito indispensable para que la palabra haga el efecto que Dios quiere en nuestra vida, el cual veremos a continuación; pero es importante señalar que, al ser hijos de Dios, somos buena tierra, por lo cual tenemos la capacidad de dar un buen fruto al ciento por uno.
Santiago 1:21 LBLA Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas.
Este versículo nos indica que si queremos que la palabra salve nuestra alma, debemos recibirla con humildad, lo cual significa que no tiene el efecto que Dios quiere, porque tal vez somos soberbios y pensamos que no la necesitamos. La palabra tiene efecto únicamente en los humildes y éstos pueden cambiar su forma de pensar y de actuar, y por lo tanto, pueden ser transformados. El no querer cambiar el estilo de vida, aunque se esté en un lugar de eminencia en la iglesia, no permite que la palabra haga su efecto.
Un ejemplo del efecto de la palabra en nuestra vida es el diezmo. Se nos ha enseñado sobre este principio eterno y sabemos que aquellos cristianos que diezman porque lo creen y esta práctica se ha convertido en un buen hábito para ellos, lo hacen sin que les duela y por ello, sus vidas son prosperadas. Pero hay otros que lo hacen sobre un fundamento que no es correcto, por ejemplo dando menos de lo que corresponde, y otros que, aunque conocen el principio no lo practican; por eso su vida no es prosperada.
La palabra “Humildad” significa sumisión, obediencia, acatamiento, respeto, fidelidad, rendimiento, dependencia, disciplina, sujeción y reverencia.
La mayoría de nosotros tenemos un concepto equivocado sobre estos significados, por ejemplo la sumisión, pues se piensa que es estar bajo una autoridad sin tener ningún derecho; es decir, que el líder se enseñoree de aquellos que tiene a su cargo. Por tener un mal concepto, nos negamos a someternos, pero esta cualidad de sumisión demuestra humildad en el corazón.
Un cristiano humilde al escuchar la palabra se ve reflejado en ella y se da cuenta de su estado, la palabra le abrirá los ojos y podrá reflexionar sobre sus acciones y entonces corregirá su vida. Caso contrario es el hombre que trata de acomodar la palabra a su vida para poder hacer lo que quiere y no lo la voluntad de Dios. Un ejemplo de esto es un hombre que quiere encontrar un tropiezo en su matrimonio para poder darle fin y divorciarse, sabiendo que Dios está en contra del divorcio (Malaquías 2:16).
-Los Efectos de la Palabra:
-Salvación
Romanos 10:8-10 LBLA Mas, ¿qué dice? CERCA DE TI ESTA LA PALABRA, EN TU BOCA Y EN TU CORAZON, es decir, la palabra de fe que predicamos: 9 que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; 10 porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.
El primer efecto poderoso de la palabra es que nos salva, pues la palabra que es el mismo Jesucristo, nos alcanzó y cambió el futuro incierto de nuestra vida, tanto así que no nos perderemos aunque el enemigo intente deshacerse de nosotros, la palabra nos ha salvado.
Entonces, nos preguntamos: ¿por qué estando en la iglesia, aún hay pecado en los corazones de los cristianos? Y es porque no hay en ellos humildad y no han permitido que la palabra haga el efecto en ellos para cambiar su forma de vivir.
-Nuevo Nacimiento
Santiago 1:18 LBLA En el ejercicio de su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.
No es lo mismo ser salvo que nacer de nuevo, por ejemplo el ladrón de la cruz, fue salvo pero no nació de nuevo. El nuevo nacimiento es un proceso que se da por medio de la palabra, la doctrina viene a ser un vientre en el cual se crece para que luego haya un nacimiento. Para pasar por este proceso se necesita humildad.
-Limpieza
Juan 15:3 LBLA Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.
La palabra nos limpia. Pedro le dijo al Señor que no quería que le lavara los pies, y le enseñó que debía participar de esta limpieza para poder tener parte con Él.
-Purificación
Efesios 5:26 LBLA para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra,
La palabra también nos purifica, la purificación es por medio del fuego pues quema. La nieve dice la Biblia que cae como la lluvia, la nieve quema la tierra para que pueda dar fruto. La purificación es como la esterilización de un objeto con agua hirviendo, que limpia lo que no se ve. En nuestro caso, para esto es que surgen las pruebas en nuestra vida, para quitar las impurezas que no se ven que están en el corazón.
-Santificación
Juan 17:17 LBLA Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.
La palabra trae santidad pues es La Verdad; vemos que esto es un proceso donde un paso sigue a otro, es decir, que después de ser salvos, seremos nacidos de nuevo, después limpios, después purificados y después seremos santificados.
-Edificación
Hechos 20:32 LBLA Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificaros y daros la herencia entre todos los santificados.
La palabra edifica, por eso nos gozamos al escucharla, porque Dios nos habla por medio de ella para hacernos crecer.
-Evolución de la fe
Romanos 10:17 LBLA Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
La fe evoluciona con la palabra.
-Llenura del Espíritu
Efesios 1:13 RV 1960 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
La palabra trae la llenura del Espíritu Santo a nuestros corazones.
-Victoria
1 Juan 2:14 LBLA Os he escrito a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno.
La palabra de Dios permanece en nuestro corazón y eso nos hace más que vencedores en Cristo Jesús.
-Amor
1 Juan 2:5 LBLA pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.
La palabra nos perfecciona en amor, pues aunque otras personas nos hagan daño, con la palabra en nuestro interior, tendremos la capacidad de perdonarlas y bendecirlas.
-Nos prepara para Su venida
1 Tesalonicenses 4:15 LBLA 15 Por lo cual os decimos esto por la palabra del Señor: que nosotros los que estemos vivos y que permanezcamos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
La palabra nos prepara para nuestro encuentro próximo con el Señor.
Debemos ser humildes si queremos que la palabra haga efecto en nuestro corazón, no podemos seguir con excusas, pues la palabra nos confronta, para poder cambiar nuestro presente, nuestro futuro en esta tierra y nuestra eternidad.
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